El Despotismo Ilustrado constituyó una forma de
gobierno que trataba de conciliar el absolutismo con las nuevas ideas de
la Ilustración, intentando para ello que se satisficieran los intereses
de la monarquía y que se asegurara el bienestar de los gobernados.
El término tiene su origen en la palabra
italiana ''Déspota'', es
decir, soberano que gobierna sin estar sujeto a una ley.
Buena parte de los soberanos europeos desarrollaron
en mayor o menor medida esta forma de gobernar, utilizando su poder para
mejorar las condiciones de vida de sus súbditos. Sin embargo, para ello no
tuvieron en cuenta su opinión u aprobación. Así se acuñó la frase: ‘’todo para el pueblo pero sin el pueblo’’.
Sus principales representantes fueron, entre otros,
María Teresa de Austria, Carlos III en España, Federico II en Prusia y Catalina
II en Rusia.
Catalina II |
Federico II |
Estos reyes absolutos del siglo XVIII, también
llamados ‘’déspotas ilustrados’’, toman de la Ilustración lo que les conviene y,
apoyándose en ella, introducen en sus estados una serie de reformas y mejoras
importantes:
- Suprimen los restos que aún quedaban de feudalismo (es el caso de Federico II de Prusia y María Teresa de Austria).
- Protegen la agricultura con la construcción de canales y pantanos y con la introducción de nuevos cultivos.
- Crean multitud de centros educativos, como academias y universidades.
- Urbanizan y modernizan las ciudades (Carlos III de España fue el que convirtió a Madrid en ciudad moderna abriendo grandes avenidas, construyendo monumentos y dotándola de alumbrado público).
Pero si algo tuvieron en común todos
estos monarcas, a pesar de las diferentes reformas que cada uno realizó, fue
una misma idea: primero, el miedo a perder parte de su poder político o a que
se lo negaran y, segundo, que cambiaran sus sistemas de privilegios
estamentales.
De esta forma el Despotismo se
volvió insostenible cuando la burguesía reclamó mayor protagonismo político y
las clases populares se opusieron a este sistema estamental, surgiendo un
drástico cambio… la Revolución.
Teresa Lascorz Aso
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